Una fábula narra un relato de ficción que tiene como principal objetivo enseñar y lo hace mediante una moraleja. Suele estar redactado en verso o prosa.
Os copio literalmente una de Félix María de Samaniego muy conocida popularmente, llamada la gallina de los huevos de oro.
Erase una gallina que ponía un huevo de oro al dueño cada día.
Aun con tanta ganancia mal contento, quiso el rico avariento
descubrir de una vez la mina de oro, y hallar en menos tiempo más tesoro.
Matóla, abrióla el vientre de contado; pero, después de haberla registrado, ¿qué sucedió? que muerta la Gallina, perdió su huevo de oro y no halló la mina.
En esta fábula no se pretende otra cosa que enseñar a que «más vale pájaro en mano que ciento volando». Hay que ser paciente y conformarnos con satisfacer nuestras necesidades. Si vamos más allá de lo que necesitamos, si somos egoístas puede pasarnos como al dueño de la gallina que por intentar tener más oro, perdió hasta el que tenía seguro.
Como educadora, como psicóloga y como madre recomiendo la lectura de cuentos, fábulas, mitos, historias con los niños. Suele hacerse antes que el niño/a vaya dormir. Porque es la manera de relajar a los peques, porque es el momento del día que papá o mamá no están trabajando y pueden estar por ellos… pero cualquier momento es buen momento.
Las fábulas no sólo transmiten un saber colectivo, es decir, transmiten años de sabiduría, literatura, arte, entretenimiento… transmiten mucho más de lo que pensamos y por no hablar de lo que trasmitimos nosotros a nuestros hijos e hijas cuando pasamos tiempo con ellos, enseñándoles mediante el juego.
Para aquel que no lo sepa y a modo de curiosidad, los niños hasta los 6-7 años aprenden todo lo que el medio les ofrece mediante el juego simbólico (por ello que siempre jueguen con unas muñecas que parecen tomar vida propia, unos peluches que toman el café o unos coches de carreras que vuelan y se convierten en naves espaciales dispuestas a conquistar el mundo.
La lectura, las fábulas hacen que nuestros hijos aprendan y desarrollen capacidades como la imaginación, la inteligencia, la memoria, la atención. Pasar tiempo con nuestros hijos hacen que mejore su autoestima, se sientan queridos, sean más comunicativos, exista un mejor vínculo materno/paterno filial y a nosotros nos ayuda a soportar las penas y penurias del día a día. Que al fin y al cabo, ahí, junto a ti, dentro de la cama, leyendo un libro, te das cuenta que muchas de esas penurias ya has desaparecido. Tú las has hecho desaparecer.
Ánimo a todo aquel, más o menos amante de la lectura que esta noche, o mañana o pasado, cuando tenga un momento se siente y le cuente esta fábula a su hijo o hija. Si tienen edad suficiente incluso la podéis comentar. Y ahora os formulo una pregunta…
¿cuál consideráis el mejor momento del día junto a vuestros hijos? ¿Qué más fábulas conocéis?